EDIFICIO GRASSY,
Madrid, 1916-1917
Gran Vía, 1.
El edificio
Grassy está situado en el número uno de la Gran Vía y es conocido por sus
anuncios de marcas de relojes de lujo, por el templete que corona su azotea, por
haber sido retratado en una de las obras más reconocidas de Antonio López, y
sobre todo, por ser la entrada a la avenida más popular de Madrid.
Eladio
Laredo, uno de los mejores arquitectos de la época levantó el inmueble entre
1916 y 1917 para uno de los hombres más ricos de la época, Luis Ocharan,
empresario minero y financiero y como el propio Laredo de origen cántabro.
Originalmente se concibió como un edificio residencial y albergó cinco
viviendas de lujo, que se disponían de forma lineal a ambos lados de la planta
en “V”, dejando en el centro los patios de luces y los núcleos de las
escaleras. Las viviendas dieron paso con el tiempo a la decena de oficinas que
lo ocupan actualmente.
El edificio
Grassy lo conforman dos casas independientes unidas por el vestíbulo y el patio
de la planta baja lo que permite el acceso desde la Gran Vía y la calle de
Caballero de Gracia. El solar sobre el que se construyó era estrecho y acabado
en un pronunciado vértice que Eladio Laredo resolvió con una espectacular
rotonda rematada con dos templetes circulares superpuestos.
El otro
extremo del edificio lo rematan cubiertas de pizarra en mansarda. El arquitecto
que se supone que pretendía ofrecer una alternativa española al estilo
afrancesado de la vecina sede de La Unión y el fénix (Edificio Metrópolis en la
actualidad), empleó en la composición de las fachadas un amplio repertorio que
combina elementos evocadores del mundo medieval y renacentista y se recrea en
los pormenores decorativos, entre los que destacan los paneles cerámicos de
Daniel Zuloaga.
De estilo
modernista, el edificio ha estado ocupado en la planta de calle por el Café
Molinero y la casa de pianos Aeoiam. Una placa colocada en la entrada que da a
la calle Caballero de Gracia recuerda, además que “en torno a este lugar estuvo
la Fonda de la Amistad, donde el escritor Teófilo Gautier vivió en la primavera
de 1840.
Desde hace
más de medio siglo, los bajos del edificio están ocupados por la joyería
Grassy. Alejandro Grassy Argelino de nacimiento y descendiente de una familia
de orfebres milaneses adquiere en 1952 el local del número 1 de Gran Vía para
hacerlo la sede de su negocio, creando en 1953 en las dependencias del sótano
un museo de relojes antiguos formado por una colección particular de relojes de
todo tipo de los siglos XVI al XIX.
Especializado
en la venta de relojes de lujo sobre la fachada del edificio se han ido
alternando a lo largo de las décadas los nombres de las marcas relojeras más
insignes: Audemars Piguet, Baume & Mercier, Piaget y actualmente Rolex.